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Cuando tocas la patata sin proponértelo

Abr 6, 2022
Cuando tocas la patata sin proponértelo

Realmente no sé a ciencia cierta si escribo porque he tocado la patata, o simplemente me he topado con un sujeto del que no sé exactamente que pensar. ¿Problemas de gestión de ego? ¿O simplemente que he manifestado algo que es público y que le molesta? Algo que él mismo, o bien las personas con las que, lo han hecho público en distintas plataformas a través de sus perfiles.

Cuando tocas un tema candente, y tocas la patata sin proponértelo.

Un inicio erróneo e impulsivo

Todo empezó un domingo. Vi un vídeo de un youtuber en Twitter, en el que un periodista del periódico de La Vanguardia insultaba y hacía referencia en términos que yo consideré clasistas y peyorativos contra el youtuber.

Me pareció un acto desproporcionado por parte de un sujeto que, según su Likedin, es redactor jefe en La Vanguardia. No estamos hablando de egos de adolescentes u adultos jóvenes.

No me entraba en la cabeza, de cómo era posible que un sujeto que es redactor jefe en La Vanguardia, que lleva años siendo periodista, y que además es licenciado en periodismo. Me sorprendió con alguien de este perfil tuviera una reacción tan desproporcionada.

Ví el vídeo y me irrité. Así pues, escribí un artículo al respecto. El problema de dicho artículo sobre el periodista ofendido de La Vanguardia, es que no vi su vídeo original. Este periodista suele grabar a pelo, sin edición alguna.

Al día siguiente me topé con tres tweets del periodista ofendido de La Vanguardia, que según mi apreciación personal, me parecieron bastante agresivos.

Francamente, me dieron ganas de contestarle una señora grosería. No voy a relatar lo que se me pasó por la cabeza, simplemente le hice esperar unas horas y permanecí en silencio. Estaba corrigiendo el primer artículo, y escribiendo el siguiente, dando las explicaciones pertinentes.

Mientras estaba redactando el segundo artículo, se me informa que el periodista ofendido de La Vanguardia ha subido un vídeo en el que me dedica unos 45 minutos.

No quise ver ese vídeo, y seguí escribiendo hasta acabar el artículo, una vez finalizado, le informé al periodista ofendido a través de un tweet, en contestación a su tercer tweet.

Por el momento, ni he recibido respuesta del periodista ofendido, ni la espero. Aunque he de decir, que tengo la impresión, que ambos nos precipitamos.

Si, nos precipitamos los dos. Yo me precipité por al no visualizar el vídeo original, y el periodista ofendido por su reacción desproporcionada. Quizás esperaba que yo contestara inmediatamente, o que borrara el artículo.

Me parece una reacción desproporcionada por el hecho de irritar tanto por un único artículo a un periodista que es redactor jefe en La Vanguardia que, según él mismo, ha tenido en menos de 6 meses más de 10 millones de reproducciones y está a punto de llegar a los 50.000 suscriptores.

Este tipo de reacciones me las podría esperar de un tipo sin formación, de un youtuber cualquiera, con muchos seguidores. No de un tipo con más de 40 décadas de vida, que no sabe o no quiere gestionar los problemas de otra manera. Porque si por frivolidades se pone así, no quiero pensar cómo se pondrá por cosas por las que realmente hay que preocuparse.

Sí, tanto el periodista ofendido de La Vanguardia tenemos nuestro ego. La diferencia radica en que a mí no se me caen los anillos por enmendar un error, y pedir disculpas.

En la mente del periodista ofendido

Sin ser un superhéroe tengo poderes, pero entre ellos no está leer la mente. Pero voy a relatar lo que yo sospecho que ha pasado por la mente del periodista ofendido.

Se topa con un artículo, que no resulta de su agrado. En lugar de escribirme que estoy equivocada, o algo similar, me escribió, los tres tweets que me escribió. Al ver que no recibía respuesta alguna por mi parte, me dedicó 45 minutos de un vídeo suyo.

Ni he visto el vídeo, ni la parte de los 45 minutos que me dedica. Según distintas personas, una mezcla de verborrea, una mezcla disparatada de palabrería y obsesión. Los fragmentos que he visto son a través de Twitter. De hecho, el youtuber con el que está enfrentado en redes desde hace meses, no duda en responderle.

Quizás el periodista ofendido de La Vanguardia esperaba que yo borrara el artículo en su integridad, sin embargo, corregí la parte errónea.

Posiblemente, me he topado un perfil de alguien autoritario, acostumbrado a dar órdenes y que le obedezcan ciegamente y sin rechistar. No sé con qué tipo de gente está acostumbrado a tratar el periodista ofendido de La Vanguardia, pero si es lo que yo sospecho que es cierto, que compadezco que aquellas personas tiene bajo su mando.

Con los términos con los que habla, no solo en lo que dice, también en cómo lo dice, no me extraña que personas como por ejemplo Alexia Rivas, se nieguen ser entrevistadas por este periodista.

Parece ser que al periodista ofendido de La Vanguardia le molesta lo que no está en los escritos que le den un no por respuesta. No sé lo que haría si yo fuera Alexia Rivas, pero no descarto la posibilidad de rechazar una entrevista con el periodista ofendido.

Tocas la patata sin proponértelo

El periodista se ampara en que yo dije que expuso un pantallazo de lo que ganaba en SocialBlade. ¿Y no le preocupó cuando afirmé que mostró el rostro del youtuber afectado?

Una voz dentro de mí me decía: has tocado la patata sin proponértelo. El periodista afectado se aferra a eso, pero ¿por qué?

Quizás sea una cortina de humo, porque le molesta que se expongan sus ganancias en YouTube, que en SocialBlade son públicas, se pueden ver las de cualquier youtuber conocido y no conocido del que se tenga curiosidad.

O bien, que mientras afirma ser imparcial, se le relacione con Antonio David Flores y youtubers importantes como JaviOliveira.

Quiero dejar bien claro que yo no he descubierto absolutamente nada nuevo. Todo es público, las ganancias de SocialBlade del periodista ofendido son públicas, y los vídeos e imágenes con Antonio David y Javier Oliveira también lo son. No se trata de material comprometido grabado a traición.

¿Por qué no borré el primer artículo sobre el periodista ofendido?

En primer lugar, porque no me lo pidió. No me lo pidió de ninguna forma, simplemente buscó amedrentarme. Porque poner un tweet en el que dice: «resolver fuera de Twitter»… ¿Qué se supone que tengo que pensar?

No puedo negar, que me sorprendió una repercusión tan repentina, y así lo manifesté en Twitter.

Si este periodista está acostumbrado a amedrentar y a ningunear, y que la gente le tenga miedo, un sujeto temido, pero no respetado.

Profesión y supuesta amistad

Quizás el error del periodista ofendido no fue acudir a Málaga en calidad de periodista. Posiblemente, su intención era subir en Youtube a costa de youtubers que tienen más de medio millón de seguidores, y grabarse con ellos y con el mismísimo Antonio David Flores.

De izquierda a derecha: CadenaJuanjoVlog, Albert Domènech, JaviOliveira, Enrique García y Antonio David Flores

Además, participó en numerosos debates con los youtubers para hablar de Rocío Carrasco, y con unas portadas que hacían gala de una estética inquietante.

Conclusión

No es la primera vez que escribo sobre un periodista, y además periodistas famosos y que aparecen en televisión. No he tenido problemas con ninguno, e incluso alguno me ha dado hasta las gracias. Y sí, cometí un error al escribir sobre uno de ellos, que se tomó la molestia en escribirme amablemente por privado para corregir el artículo.

No esperaba, ni de lejos, encontrarme con alguien tan pasado de revoluciones, al escribir sobre el periodista ofendido.

Espero que este artículo sobre el periodista ofendido de La Vanguardia sea el tercero y el último que escriba sobre él. Este periodista tiene la libertad de subir a redes lo que le apetezca, pero que no pretenda imponer su ley del embudo al resto. En redes, las normas son iguales para todos, no puede ser café para unos, y no café para otros.

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